13/6/09

13 junio 2009

Bernadette Robins, mística cristiana, que fue monja durante diez años, y después casada y madre de cuatro hijos, describe así su experiencia de muerte del ego:

"Volvió a producirse un silencio omnipresente... pero en esta ocasión no se produjo movimiento alguno. Abandoné la capilla como una pluma flotando al viento... Fuera tuve algunos momentos difíciles, porque seguía volviendo a este gran silencio. Pero a medida que pasaron los días y tuve una mayor capacidad para funcionar del modo habitual, me di cuenta de que faltaba algo que no podía situar... No pude encontrar una explicación en las enseñanzas de San Juan de la Cruz ni en ninguna otra otra obra de la biblioteca. Ese día regresaba a casa, caminando por un paisaje de valles y colinas, entonces dirigí mi vista al interior y lo que vi me detuvo en seco. En lugar del habitual y no localizado centro de mí misma, no había nada, estaba vacío; en el instante en que vi esto, se produjo un flujo de sereno gozo, y finalmente supe qué era lo que había perdido: Era mi "sí mismo".

Físicamente tuve la sensación de que me hubiera quitado un gran peso de encima; me sentía tan ligera... Luego pensé en la experiencia de San Pablo: "Ahora, no yo, sino Cristo es quien vive en mí". Y me di cuenta de que a pesar de mi vacío nadie había ocupado "mi" lugar. Por lo que decidí que Cristo era el gozo, el vacío mismo. Era todo lo que quedaba de esta experiencia humana. Caminé acompañada de este gozo durante varios días... Había dejado de haber "yo". Sólo había "Él".

3 comentarios:

  1. OM

    ¡ que experiencia tan maravillosa!...explica la Teosofía que cuando se alcanza la 4ª Iniciación, y desaparece el Ego, el cuerpo sutil estalla dentro del Chacra Annahata y sobreviene la Iluminación, sobreviniendo una conciencia de Totalidad con todo...debe ser indescriptible.Un besito !

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  2. El caso es que sea cual sea la cultura, la religión, el lugar y la época donde se dé, la iluminación o "despertar impersonal", viene a producir las mismas sensaciones. El modo de expresarlo, la forma, puede ser diferente, pero el fondo es el mismo: aquello que permanece.
    Este tipo de textos nos ayudan a no obcecarnos en las formas de una determinada vía y a aceptar que las cosas se producen con independencia nuestra, de nuestro pequeño yo.
    Muchas gracias y un besillo.

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