19/5/09

19 mayo 2009

Basho (1644-1694) Poeta japonés capaz de captar como nadie el espíritu del zen:

" No recuerdo cuándo, pero en algún momento concebí el deseo de una vida errante, de entregarme al destino de una nube solitaria arrastrada por el viento".


La gota de rocío
lava siempre
la suciedad del mundo.


Un leve instante
se retrasa sobre las flores
el claro de luna.


En la cima de un árbol
el cadáver
de una cigarra.


Despierta, despierta.
Seamos dos amigos,
oh mariposa.


Confía al sauce
el hastío
y el deseo de tu corazón.


Pediría prestadas para dormir
sus ropas al espantapájaros.
Hielo de medianoche.


Este otoño
siento la vejez
en los pájaros de las nubes


El creador está ausente.
Las hojas muertas se amontonan.
Todo está desierto.


Nada dice
en el canto de la cigarra
que su fin está cerca.


Un viejo estanque.
Se zambulle una rana.
Ruido del agua.


Este camino
ya nadie lo recorre
salvo el crepúsculo.


Expuesto a la intemperie
y resignado, el frío...
¡cómo corta mi cuerpo!


Sobre la rama seca
un cuervo se ha posado;
tarde de otoño.


A la intemperie,
se va filtrando el viento
hasta mi alma.


Todo en calma.
Penetra en las rocas
la voz de la cigarra.


La primavera pasa;
lloran las aves
y son lágrimas los ojos de los peces.


Aroma del ciruelo,
de repente el sol sale.
Senda del monte.


Luna de agosto.
Hasta el portón
irrumpe la marejada.


Habiendo enfermado en el camino,
mis sueños merodean
por páramos yermos.
(Último poema de Basho antes de morir)


Hoy el rocío
borrará la divisa
de mi sombrero.


¡Débiles son mis piernas!
pero está en flor
el monte Yoshino.


Se oscurece el mar.
Las voces de los patos
son vagamente blancas.


Bajo un mismo techo
durmieron las cortesanas,
la luna y el trébol.


Como recuerdo,
a una amapola
deja sus alas la mariposa.


Olor a crisantemos.
Y en Nara,
viejas imágenes del Buda.


En verano, las montañas y el jardín
se van adentrando
hasta mi habitación.


Plenilunio de otoño;
paseo en torno al estanque
toda la noche.


Los crisantemoss
se incorporan, etéreos,
tras el chubasco.

Visión en sombras.
Llora una anciana sola,
la luna como amiga.



"Que tu verso se parezca a una rama de sauce batida por la lluvia tenue, y a veces ondeando en la brisa".


"En el libro de Suzuki, titulado "La doctrina Zen del inconsciente", él refiere que existen tres grados o profundidades del inconsciente: el inconsciente individual, el inconsciente de la especie humana y el inconsciente cósmico compuesto por todas las formas de vida, incluyendo la divinidad. Con las categorias occidentales podríamos equiparar el inconsciente individual al freudiano y el inconsciente de la especie humana al junguiano. Pero todavía no hemos llegado siquiera a vislumbrar el inconsciente cósmico, de ahí nuestra gran dificultad para comprender el pensamiento oriental" (El espíritu de Basho: Orlando Mejía-Rivera).


Pero existen semejanzas. Ángelus Silesius:

La rosa es sin por qué.
Florece porque florece.
No cuida de sí.
No pregunta si es observada.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Me has hecho llorar.
    Aunque yo no veo mis lagrimas,
    Tu si

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  3. Así es. El haiku capta en un instante eterno "lo que es", incluyendo la naturaleza, el corazón humano, que también es naturaleza, y aquéllo en donde todo aparece, que puede que también lo sea.
    Un abrazo.

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