A fin de terminar lo que se empezó, transcribo aquí el último capítulo de la serie de Alejandro Serrano en Morning Star:
El experimento
Al practicar la meditación, no es preciso hablar de "un despertar" absoluto y definitivo. Suceden muchos, todo el tiempo. Cuando ocurre el primero, más que despertar simplemente "ves" que puedes ser indefinido. El problema es la definición, la forma, la cosificación de nuestro ser. Entonces, de repente y de forma experimental, se le ocurre a uno indefinirse. Ni siquiera es algo planeado, simplemente sientes que "es por aquí". Piensas: "¿Y si me indefino? ¿Y si dejo de mantener mi discurso dentro de este espacio reducido? ¿Y si dejo que las palabras se diluyan como pintura en un contenedor con agua?"Como dije en el post anterior, son ese tipo de dudas que hacen que todo se desplome y veas como es la realidad. Las dudas son movimiento sin miedo. Son este tipo de investigaciones las que te llevan a territorios inexplorados. En este caso, el resultado de lanzar al aire la posibilidad de indefinirse uno mismo (y dejarse llevar por tal posibilidad) genera una alegría sin igual.La dicha que surge se debe a que ya puedes descansar de la tarea de mantener una forma de ser definida, ahora simplemente puedes ser indefinido.El país de las "maravillas"El "después" de ese suceso está repleto de sorpresas. Algunas son agradables y otras no. Las desagradables son inevitables y necesarias y éstas aparecen como consecuencia de las costumbres egocéntricas con las que cargamos. Sólo imagínense. Henos ahí con un vistazo, con una comprensión que cambia completamente cómo percibimos la realidad, con una visión que nos permite dejar de necear y que nos ayuda a acelerar la disolución de adicciones. Acto seguido: autofelicitación. No nos decimos "¡Felicidades!" pero sí nos saboreamos como nunca, nos regocijamos lascivamente en lo "especiales" que somos. Sí, sí hay agradecimiento al universo, ganas de llorar, alegría muy bonita que la compartes con medio mundo. Pero también hay un egocentrismo profundo e inmenso.Inmenso.No es mala esa karmificación de proporciones infinitas. Es justo lo que necesitamos para estrellarnos de nuevo con la realidad. Si uno desea cultivar sabiduría, nada como las dolorosísimas caídas después de que perdimos el suelo. Las caídas subsecuentes a los despertares, si bien no son golpes tan burdos como los que te deja alguna borrachera o ataque de ira, sí son duras. Tienen que serlo, es decir, después de todo están basadas en las egoificaciones que generamos de la "apertura", de los "espacios inmensos", de las "consciencias expandidas".El "después" del primer vistazo está repleto de:"Soy infinito""Soy indefinible""Soy inecontrable""Soy vacío""Soy inconmensurable""Soy infinitamente compasivo""Soy esencialidad inefable""Soy primordialidad vacua más allá de la causa y efecto que se expresa mágicamente en la inmediatez del momento inecontrable y el lugar inexistente que surge espontánea y naturalmente de la ilusoria mente original que no nace y no muere, que se manifiesta dinámicamente a través de...."Ugh... duele mucho caer de tales afirmaciones románticas y solemnes.Además de lo anterior, es muy tentador comenzar la guerra santa. Entre la compasión genuina y las ínfulas de inquisidor que le declara la guerra a la inconsciencia, sin duda ignoramos la compasión genuina y comenzamos a comernos vivos a muchas personas y a nosotros mismos "en el nombre de la verdad". Ya no es en nombre de Dios, ahora es en el nombre de la "vida verdadera".
Aceleración
Ok, no todo es desacierto. Después del primer despertar en verdad comenzamos a diluir los hábitos nocivos. Pero ahora lo hacemos más rápido. Después de los vistazos no puedes dejar de ver la verdad. Reconoces la necesidad de la honestidad diaria y constante y la necesidad de disciplina.Ya no puedes ir en reversa, por más grande que sea el antojo de embriagarte en diversión nociva, la consciencia es potente. Los actos nocivos comienzan a perder fuerza y comienzas a desarrollar un gusto por todos los actos saludables. Eso no quiere decir que sea fácil cambiar los hábitos. El trabajo sigue siendo duro, pero ahora lo haces con un gusto incesante. En serio. Aunque no es necesario que pases por una experiencia de este tipo para tener una motivación al cambio positivo.Después de un despertar necesitas, a toda costa, saciar la enorme cantidad de dudas que surgen. Intuyes que "alguien por ahí debe saber qué diablos está pasando". La curiosidad ya no es curiosidad, ahora es hambre. Te conviertes en un caníbal de enseñanzas. Es como cuando obtienes tu cinturón negro en tu academia de artes marciales, sólo para que llegue el maestro y te diga "ahora sí estás listo para aprender" y, efectivamente, te das cuenta de que apenas es el comienzo. No obstante, uno nunca deja de sentir esa sensación de que apenas comienzas a entender. Poco a poco comienzas a agradecer esa sensación de que no entiendes nada. Sin ella no hay avance.El "después" del despertar en realidad es un "durante del despertar" sin fin. El despertar es constante liberación, constante desapego, constante disfrute por cachar inconsciencias y por abrir prisiones. Sin que te des cuenta te vuelves promotor de espiritualidad, como adolescente que aboga por la revolución.Sin duda todo se vuelve más divertido, desconcertante y... ¿Raro? Pero ahora "raro" es muy atractivo. Si el día sabe a "indefinible" o "incierto", sabes que vas por buen camino. Si el momento está impregnado de un "no sé qué" necio, sabes que hay mucho que aprender en esa rareza.El "después" poco a poco se vuelve una realidad sin puntos de referencia que parece montaña rusa, país de las maravillas de Alicia (por que la lógica estorba) y collage de sensaciones, colores, vivencias y sucesos mentales, en donde poco a poco se desvanece el observador de tal vivencia.
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