La ilusión del yo. Ese yo que, en palabras de Wayne Liquorman, reivindica autoría y responsabilidad, no es más que un pensamiento intermitente, sin mayor peso o importancia que cualquier otro pensamiento.
No se trataría, por tanto, de aniquilarlo. Primero, porque no habría nada que aniquilar, y segundo, porque no habría nadie para hacerlo.
En cierta ocasión se le preguntó a Consuelo Martín:
-¿Hay algo que podamos hacer?
Su respuesta:
-Absolutamente nada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Hola Soledad. Me he topado con tu blog y me animo a escribirte esras líneas pues he asistido a varios de sus retiros...es una alegría palpar que atisbos de Luz pululan por la red...A lo mejor hemos coincidido y no nos reconocemos...
ResponderEliminarSi te surge escribir: KUKUARRIENAITZ@GMAIL.COM
Yo también he sistido a Retiros de Consuelo.
ResponderEliminarEs una bendición poder contar aquí con una maestra como ella.
Y sí, produce alegría encontrar a otros buscadores por los caminos del mundo y de la Red.
Lo mejor para tí.
pero seguimos haciendo... por eso todo parece tan lejano en la busqueda (hacer)
ResponderEliminar