Cuando creas haberlo perdido todo, descubres que siempre puedes perder algo más.
Bob Dylan
La experiencia del Sí mismo es siempre una derrota para el ego.
Carl Jung
Lo que es extraordinario y eterno
no quiere ser sometido por nosotros (...)
Quien es vencido por un ángel
se retira orgulloso y fortalecido,
engrandecido por su mano severa (...)
Ganar no tienta al verdadero hombre.
Así es como él crece, siendo derrotado,
decisivamente,
por seres cada vez más magníficos.
Rainer María Rilke
Este ser humano es como una posada.
Cada mañana hay una nueva llegada,
una alegría, una depresión, una mezquindad,
cierta conciencia momentánea que llega
como un huésped inesperado.
¡Dales la bienvenida a todos ellos!
Incluso aunque traigan una multitud de pesares
que asolen tu casa
y la vacíen de muebles,
sin embargo, trata a cada uno de ellos
de forma honorable.
Tal vez te esté vaciando
para un nuevo deleite.
El pensamiento sombrío, la vergüenza, la malicia,
recibelos a todos riendo en la puerta
e invitalos a entrar.
Da las gracias a todo lo que llegue,
porque cada uno de ellos ha sido enviado
como un guía del más allá.
Rumi
¡El arte de consumir un día! Si fuera posible que nos dedicáramos a ello, convendría que estuviéramos atentos. Si al estar observando todo el día y toda la noche llego a detectar un indicio del Inefable, ¿no habría valido la pena el tiempo invertido observando?... Observar todos los rasgos hermosos que detecto en la Naturaleza. Mi oficio es estar siempre alerta para encontrar a Dios en la Naturaleza... conocer por dónde merodea.
Thoreau
Quiero aprender a bajar la escalera con gracia.
Tengo esta imagen... Quisiera hacerme cada vez más pequeña de una forma relevante...
Carly Simon, hablando de su mastectomía y otras pérdidas personales.
No creo ser mejor que la lombriz: Hace la voluntad de su Creador y no daña a nadie.
Rabi Menahem Mendel de Vitesbsk
No se trata de que la historia sea larga, pero se necesita largo tiempo para hacer que sea breve.
Thoreau
28/6/09
25/6/09
25 junio 2009
Una pequeña historia
(Extraída de M. Gellert)
Hace mucho tiempo hubo un rey que murió y llegó a las puertas del cielo.
Esperaba unas puertas magníficas, pero sólo encontró a San Pedro de pie ante una puertecilla insignificante.
_¿Puedo entrar?
-Veamos -San Pedro consultó sus notas. -Es cierto que has sido un buen rey. Has hecho cosas importantes. Pero has vivido tan identificado con tu corona que no sabría decir si eres algo sin ella. Me temo que no encajarías aquí. Lo siento, pero no puedes entrar.
El rey, consternado, preguntó:
-¿Qué tengo que hacer para entrar? No tengo ningún sitio al que ir.
Bueno -dijo Pedro-. Yo te recomiendo que vuelvas a la tierra y aprendas a ser pequeño.
El rey así lo hizo, y en su siguiente vida eligió deliberadamente un camino no tan grande. Se hizo médico, viajó aprendiendo por todo el mundo, trabajó entre los pobres sin cesar y, aunque no tuvo tiempo de crear una familia, eso no le importó. Finalmente envejeció, murió y se volvió a encontrar ante Pedro.
-Hum -dijo Pedro-, es cierto que has vivido una vida más pequeña, dedicada a los demás, pero ¿no es verdad que te sentías orgulloso de eso, que pensabas que tenías una misión divina y que lo hacías pensando en tu salvación?.
-Bueno- respondió el rey-médico-. ¿Y hay algo malo en ello?
Nada, nada -dijo Pedro- Lo que pasa es que no es pequeño.
Al escucharlo, el rey rompió a gritar e insultar a Pedro, que comentó:
-No, no. Tampoco eso es pequeño. Inténtalo de nuevo.
Así que el rey-médico volvió a la tierra, decidiendo esta vez ser zapatero en una aldea perdida. Se casó con una chica del pueblo, crió un par de hijos y vivió en una casita junto a su taller. Desarrolló una felicidad serena. Disfrutaba con su familia, su trabajo y sus vecinos. Llegó a ser muy viejo, sobreviviendo incluso a su esposa y sus hijos y, aunque estaba solo, seguía gozando de sus días, arreglando zapatos y sentándose de noche frente al fuego, como hacen los viejos.
Finalmente, el zapatero murió y una vez más se encontró con San Pedro a la puertecita del cielo.
-¿Sabes lo que te digo? - exclamó antes de que Pedro pudiera hablar- Lo he pasado tan bien en esta vida que, si quieres, puedes mandarme otra vez a la tierra.
-Venga, hombre, pasa- le dijo San Pedro con una sonrisa.
(Extraída de M. Gellert)
Hace mucho tiempo hubo un rey que murió y llegó a las puertas del cielo.
Esperaba unas puertas magníficas, pero sólo encontró a San Pedro de pie ante una puertecilla insignificante.
_¿Puedo entrar?
-Veamos -San Pedro consultó sus notas. -Es cierto que has sido un buen rey. Has hecho cosas importantes. Pero has vivido tan identificado con tu corona que no sabría decir si eres algo sin ella. Me temo que no encajarías aquí. Lo siento, pero no puedes entrar.
El rey, consternado, preguntó:
-¿Qué tengo que hacer para entrar? No tengo ningún sitio al que ir.
Bueno -dijo Pedro-. Yo te recomiendo que vuelvas a la tierra y aprendas a ser pequeño.
El rey así lo hizo, y en su siguiente vida eligió deliberadamente un camino no tan grande. Se hizo médico, viajó aprendiendo por todo el mundo, trabajó entre los pobres sin cesar y, aunque no tuvo tiempo de crear una familia, eso no le importó. Finalmente envejeció, murió y se volvió a encontrar ante Pedro.
-Hum -dijo Pedro-, es cierto que has vivido una vida más pequeña, dedicada a los demás, pero ¿no es verdad que te sentías orgulloso de eso, que pensabas que tenías una misión divina y que lo hacías pensando en tu salvación?.
-Bueno- respondió el rey-médico-. ¿Y hay algo malo en ello?
Nada, nada -dijo Pedro- Lo que pasa es que no es pequeño.
Al escucharlo, el rey rompió a gritar e insultar a Pedro, que comentó:
-No, no. Tampoco eso es pequeño. Inténtalo de nuevo.
Así que el rey-médico volvió a la tierra, decidiendo esta vez ser zapatero en una aldea perdida. Se casó con una chica del pueblo, crió un par de hijos y vivió en una casita junto a su taller. Desarrolló una felicidad serena. Disfrutaba con su familia, su trabajo y sus vecinos. Llegó a ser muy viejo, sobreviviendo incluso a su esposa y sus hijos y, aunque estaba solo, seguía gozando de sus días, arreglando zapatos y sentándose de noche frente al fuego, como hacen los viejos.
Finalmente, el zapatero murió y una vez más se encontró con San Pedro a la puertecita del cielo.
-¿Sabes lo que te digo? - exclamó antes de que Pedro pudiera hablar- Lo he pasado tan bien en esta vida que, si quieres, puedes mandarme otra vez a la tierra.
-Venga, hombre, pasa- le dijo San Pedro con una sonrisa.
24/6/09
24 junio 2009
"Un hombre toma por error una cuerda por una serpiente. ¿Qué pasa entonces? No pasa nada: La cuerda sigue siendo una cuerda y no hay allí ninguna serpiente. Si otro hombre pasara por allí, podría decir al primero: No tengas miedo. La serpiente que ves es una cuerda. Y si éste, liberado de su ilusión, reconoce que se trata y que siempre se ha tratado de una cuerda, ¿qué pasará? Tampoco pasará nada. No habrá serpiente transformada en cuerda, puesto que nunca hubo allí una serpiente.
Tal es, según el Vedanta, la identidad del mundo (con todo lo que contiene) y Brahma, que ... no es el Creador distinto de su creación... sino el infinito, es decir, Aquello fuera de lo cual no hay nada, o más bien, que no tiene ni dentro ni fuera.
El mundo ES Brahma como la serpiente ES (en realidad) la cuerda, como lo finito y lo múltiple es, en la Realidad absoluta, el infinito sin dualidad...
Así como la serpiente visualizada no es algo que exista como tal y de manera independiente, sino que toda la realidad que se le imputa viene de la cuerda, así el mundo no es algo que exista como tal y de forma independiente, y toda la realidad que se le imputa... viene de la Realidad divina que le presta existencia y que, sólo ella, ES...
La comparación de la cuerda y la serpiente indica que la serpiente no es imaginación pura que no descanse sobre nada: Si no hubiera ahí una cuerda, nada se vería."
(Doctrina de la no-dualidad y cristianismo.
Autor: Un monje de Occidente)
Tal es, según el Vedanta, la identidad del mundo (con todo lo que contiene) y Brahma, que ... no es el Creador distinto de su creación... sino el infinito, es decir, Aquello fuera de lo cual no hay nada, o más bien, que no tiene ni dentro ni fuera.
El mundo ES Brahma como la serpiente ES (en realidad) la cuerda, como lo finito y lo múltiple es, en la Realidad absoluta, el infinito sin dualidad...
Así como la serpiente visualizada no es algo que exista como tal y de manera independiente, sino que toda la realidad que se le imputa viene de la cuerda, así el mundo no es algo que exista como tal y de forma independiente, y toda la realidad que se le imputa... viene de la Realidad divina que le presta existencia y que, sólo ella, ES...
La comparación de la cuerda y la serpiente indica que la serpiente no es imaginación pura que no descanse sobre nada: Si no hubiera ahí una cuerda, nada se vería."
(Doctrina de la no-dualidad y cristianismo.
Autor: Un monje de Occidente)
17/6/09
17 junio 2009
Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto reside la paz de Dios.
(Un Curso de Milagros)
Nada irreal existe.
En esto reside la paz de Dios.
(Un Curso de Milagros)
14/6/09
15 junio 2009
Cuento sufi:
El genio liberado de su lámpara le dice al pescador:
-Pide tres deseos y yo te los daré. ¿Cuál es tu primer deseo?
Tras meditarlo un rato, dice el pescador:
-Me gustaría que me hicieses lo bastante inteligente como para hacer una elección perfecta de los otros dos deseos.
-Hecho-dijo el genio-. Y, ahora ¿cuáles son tus otros deseos?
El pescador meditó de nuevo durante un momento, y contestó:
-Gracias. No tengo más deseos.
(Del blog de Ernesto Oso)
El genio liberado de su lámpara le dice al pescador:
-Pide tres deseos y yo te los daré. ¿Cuál es tu primer deseo?
Tras meditarlo un rato, dice el pescador:
-Me gustaría que me hicieses lo bastante inteligente como para hacer una elección perfecta de los otros dos deseos.
-Hecho-dijo el genio-. Y, ahora ¿cuáles son tus otros deseos?
El pescador meditó de nuevo durante un momento, y contestó:
-Gracias. No tengo más deseos.
(Del blog de Ernesto Oso)
13/6/09
13 junio 2009
Bernadette Robins, mística cristiana, que fue monja durante diez años, y después casada y madre de cuatro hijos, describe así su experiencia de muerte del ego:
"Volvió a producirse un silencio omnipresente... pero en esta ocasión no se produjo movimiento alguno. Abandoné la capilla como una pluma flotando al viento... Fuera tuve algunos momentos difíciles, porque seguía volviendo a este gran silencio. Pero a medida que pasaron los días y tuve una mayor capacidad para funcionar del modo habitual, me di cuenta de que faltaba algo que no podía situar... No pude encontrar una explicación en las enseñanzas de San Juan de la Cruz ni en ninguna otra otra obra de la biblioteca. Ese día regresaba a casa, caminando por un paisaje de valles y colinas, entonces dirigí mi vista al interior y lo que vi me detuvo en seco. En lugar del habitual y no localizado centro de mí misma, no había nada, estaba vacío; en el instante en que vi esto, se produjo un flujo de sereno gozo, y finalmente supe qué era lo que había perdido: Era mi "sí mismo".
Físicamente tuve la sensación de que me hubiera quitado un gran peso de encima; me sentía tan ligera... Luego pensé en la experiencia de San Pablo: "Ahora, no yo, sino Cristo es quien vive en mí". Y me di cuenta de que a pesar de mi vacío nadie había ocupado "mi" lugar. Por lo que decidí que Cristo era el gozo, el vacío mismo. Era todo lo que quedaba de esta experiencia humana. Caminé acompañada de este gozo durante varios días... Había dejado de haber "yo". Sólo había "Él".
"Volvió a producirse un silencio omnipresente... pero en esta ocasión no se produjo movimiento alguno. Abandoné la capilla como una pluma flotando al viento... Fuera tuve algunos momentos difíciles, porque seguía volviendo a este gran silencio. Pero a medida que pasaron los días y tuve una mayor capacidad para funcionar del modo habitual, me di cuenta de que faltaba algo que no podía situar... No pude encontrar una explicación en las enseñanzas de San Juan de la Cruz ni en ninguna otra otra obra de la biblioteca. Ese día regresaba a casa, caminando por un paisaje de valles y colinas, entonces dirigí mi vista al interior y lo que vi me detuvo en seco. En lugar del habitual y no localizado centro de mí misma, no había nada, estaba vacío; en el instante en que vi esto, se produjo un flujo de sereno gozo, y finalmente supe qué era lo que había perdido: Era mi "sí mismo".
Físicamente tuve la sensación de que me hubiera quitado un gran peso de encima; me sentía tan ligera... Luego pensé en la experiencia de San Pablo: "Ahora, no yo, sino Cristo es quien vive en mí". Y me di cuenta de que a pesar de mi vacío nadie había ocupado "mi" lugar. Por lo que decidí que Cristo era el gozo, el vacío mismo. Era todo lo que quedaba de esta experiencia humana. Caminé acompañada de este gozo durante varios días... Había dejado de haber "yo". Sólo había "Él".
7/6/09
7 junio 2009
Oh de aquél que clama saber, ¿dónde está su prueba? La prueba de los que saben son las lágrimas que derraman, las lágrimas del temor y amor a Allah, las lágrimas del arrepentimiento por sus faltas, las lágrimas de haber fallado en la batalla con el ego...
Lo que de este mundo tenga que pasarles les pasará a pesar de ustedes mismos.
El ser humano es hijo de lo que está sucediendo en este momento.
El corazón del creyente no sabe “¿por qué” y el “¿cómo?” no lo sabe; dice simplemente: “¡Sí, en verdad!”.
Dios ha creado a vosotros y a lo que hacéis.
No maldigas lo que está pasando en estos momentos, pues es creación de Dios.
“El peor problema para ti es desear y buscar aquello que no te ha sido destinado”.
Es sólo en el corazón que el ser humano «es aquello que sabe y sabe aquello que es» ".
(Del blog "Sabiduría Sufi)
Lo que de este mundo tenga que pasarles les pasará a pesar de ustedes mismos.
El ser humano es hijo de lo que está sucediendo en este momento.
El corazón del creyente no sabe “¿por qué” y el “¿cómo?” no lo sabe; dice simplemente: “¡Sí, en verdad!”.
Dios ha creado a vosotros y a lo que hacéis.
No maldigas lo que está pasando en estos momentos, pues es creación de Dios.
“El peor problema para ti es desear y buscar aquello que no te ha sido destinado”.
Es sólo en el corazón que el ser humano «es aquello que sabe y sabe aquello que es» ".
(Del blog "Sabiduría Sufi)
6/6/09
6 junio 2009
El discípulo aplicado
(Historia zen)
La dedicación y el celo de un discípulo de Kochi llamaba la atención a sus amigos y a los restantes acólitos.Sin embargo, no impresionaba a su roshi. El joven se sentaba con seriedad en zazen durante todo el día y en ocasiones toda la noche, y se concentraba con considerable gravedad. Realizaba con el mayor de los empeños cualquier tarea que se le encomendaba.Los restantes discípulos comentaban que si alguno de ellos merecía alcanzar rápidamente el satori, ése no podía ser otro que el discípulo aplicado.Pero el roshi no compartía esta opinión y llamó al joven.
- ¿Por qué te aplicas tanto en el trabajo?
- Para conseguir el satori. Para eso estoy aquí.
- Ya veo.
El roshi reemprendió sus tareas y el discípulo las suyas.El roshi atendía sus obligaciones y vivía su vida. El joven aplicado se sentaba erguido, cruzaba sus manos, cerraba sus ojos con firmeza,respiraba con regularidad y no se permitía una sola cabezada.Sus curiosos compañeros esperaban verle llegar al satori en cualquier momento.Sin embargo, pese a su empeño, y concentración, este momento no llegaba.
Finalmente fue a ver al roshi.
- Aunque medite durante muchas horas con gran diligencia y profundidad, nada ocurre.
- Ya veo.
- ¿Qué debo hacer?
- Debes volver a tu casa. Aquí estás perdiendo el tiempo.
El discípulo quedó consternado. Intentó discutir con el roshi, quien sin embargo, permaneció en silencio y sin responder,hasta que el preocupado joven se levantó para abandonar la habitación.Entonces el roshi le llamó
- Sientate y te contaré algo. No has entendido mis palabras y debo explicártelas. He dicho que perdías el tiempo aquí y hablaba en serio.Verás por qué. El satori no es una meta hacia la que trabajar.El zen es satisfactorio sin satori, porque es un medio que no precisa fin.Lo mismo se puede decir de la vida. Nuestra vida no tiene una meta. Uno la vive.Deberíamos meditar de esta misma forma. La meditación es un objetivo en sí misma. No es un proceso que conduce a algo más. Es vida.Pierdes tu tiempo al no darte cuenta de ello. Piensas sólo en el futuro y descuidas el presente. Peor aún, utilizas el presente para perseguir algo sobre lo que únicamente has leído y oído hablar. Piensas en el satori como un premio a obtener, y crees realmente que serás diferente si éste llega.Por tanto, estás perdiendo el tiempo. Vuelve a casa y vive.Esto es lo que quería decirte y así lo he hecho.Si no estuvieras tan ciego, te habrías dado cuenta tú mismo. E incluso ahora, mientras hablo, estás esperando que surja algún tipo de comprensión de estas palabras sin valor. No has entendido nada.
El abrumado discípulo se retiró. Sin embargo no volvió a su casa. Se sentó en silencio con los demás.Algunas noches meditaba en el jardín. Continuó. No sabemos si alcanzó o no el satori.En cualquier caso, no importa para la historia.
(Del blog "Azul Zen", de Flor de Menta)
(Historia zen)
La dedicación y el celo de un discípulo de Kochi llamaba la atención a sus amigos y a los restantes acólitos.Sin embargo, no impresionaba a su roshi. El joven se sentaba con seriedad en zazen durante todo el día y en ocasiones toda la noche, y se concentraba con considerable gravedad. Realizaba con el mayor de los empeños cualquier tarea que se le encomendaba.Los restantes discípulos comentaban que si alguno de ellos merecía alcanzar rápidamente el satori, ése no podía ser otro que el discípulo aplicado.Pero el roshi no compartía esta opinión y llamó al joven.
- ¿Por qué te aplicas tanto en el trabajo?
- Para conseguir el satori. Para eso estoy aquí.
- Ya veo.
El roshi reemprendió sus tareas y el discípulo las suyas.El roshi atendía sus obligaciones y vivía su vida. El joven aplicado se sentaba erguido, cruzaba sus manos, cerraba sus ojos con firmeza,respiraba con regularidad y no se permitía una sola cabezada.Sus curiosos compañeros esperaban verle llegar al satori en cualquier momento.Sin embargo, pese a su empeño, y concentración, este momento no llegaba.
Finalmente fue a ver al roshi.
- Aunque medite durante muchas horas con gran diligencia y profundidad, nada ocurre.
- Ya veo.
- ¿Qué debo hacer?
- Debes volver a tu casa. Aquí estás perdiendo el tiempo.
El discípulo quedó consternado. Intentó discutir con el roshi, quien sin embargo, permaneció en silencio y sin responder,hasta que el preocupado joven se levantó para abandonar la habitación.Entonces el roshi le llamó
- Sientate y te contaré algo. No has entendido mis palabras y debo explicártelas. He dicho que perdías el tiempo aquí y hablaba en serio.Verás por qué. El satori no es una meta hacia la que trabajar.El zen es satisfactorio sin satori, porque es un medio que no precisa fin.Lo mismo se puede decir de la vida. Nuestra vida no tiene una meta. Uno la vive.Deberíamos meditar de esta misma forma. La meditación es un objetivo en sí misma. No es un proceso que conduce a algo más. Es vida.Pierdes tu tiempo al no darte cuenta de ello. Piensas sólo en el futuro y descuidas el presente. Peor aún, utilizas el presente para perseguir algo sobre lo que únicamente has leído y oído hablar. Piensas en el satori como un premio a obtener, y crees realmente que serás diferente si éste llega.Por tanto, estás perdiendo el tiempo. Vuelve a casa y vive.Esto es lo que quería decirte y así lo he hecho.Si no estuvieras tan ciego, te habrías dado cuenta tú mismo. E incluso ahora, mientras hablo, estás esperando que surja algún tipo de comprensión de estas palabras sin valor. No has entendido nada.
El abrumado discípulo se retiró. Sin embargo no volvió a su casa. Se sentó en silencio con los demás.Algunas noches meditaba en el jardín. Continuó. No sabemos si alcanzó o no el satori.En cualquier caso, no importa para la historia.
(Del blog "Azul Zen", de Flor de Menta)
5/6/09
6 junio 2009
De nuevo Angelus Silesius:
Cuán bienaventurado es el hombre que no quiere ni sabe, que no da a Dios (compréndeme bien)
elogio ni alabanza.
La beatitud depende de tí, hombre. Tú mismo puedes tomar tu beatitud: si sólo a ello te dispones y decides.
Dios nada concede a nadie, Él se ofrece a todos, para ser, si tan sólo así lo quieres, completamente tuyo.
Cuanto abandonas en Dios, tanto puede Él llegar a ser para tí: ni más ni menos te aliviará Él de tus pesares.
Debo ser María, y alumbrar a Dios de mí, si Él me ha de conceder la beatitud eternamente.
Hombre, si aún eres algo, si algo sabes, algo amas y posees: no estás, creeme, libre de tu carga.
Dios es una pura nada, no lo toca ningún aquí ni ahora: cuanto más buscas asirlo, más Él se te sustrae.
La muerte es algo venturoso: cuanto más fuerte es, más majestuosa se escoge de ella la vida.
No creo en la muerte: si muero a cada hora, he encontrado cada vez una vida mejor.
Dios muere y vive en nosotros.Yo no muero ni vivo: Dios mismo muere en mí; y lo que yo debo vivir, lo vive también Él sin cesar.
Nada vive sin morir. Dios mismo, si quiere vivir para ti, debe morir: ¿cómo piensas, sin muerte, heredar su vida?
Cuando estás muerto, y Dios se ha hecho tu vida, sólo entonces entras en el orden de los altos dioses.
Digo, puesto que sólo la muerte me libera,que es ella la mejor cosa, entre todas las cosas.
Cuando tomas las cosas sin ninguna distinción, quedas calmo e igual, en el amor y en el dolor
Quien en el infierno no puede vivir sin infierno, no se ha entregado aún por completo al Altísimo.
Dios es algo milagroso: es lo que Él quiere, y quiere lo que Él es, sin ninguna meta ni medida.
Dios es infinitamente alto, (hombre, creelo con prontitud), Él mismo no encuentra eternamente el fin de su divinidad.
Dios se funda sin fundamento, y se mide sin medida. Si eres con Él un espíritu, hombre, lo comprenderás.
Amo una sola cosa, y no sé lo que es: y porque no lo sé, es que la he elegido.
Hombre, si amas algo, no amas por cierto nada: Dios no es esto o aquello, deja por eso el algo.
Quien nada ansía, nada tiene, nada sabe, nada ama, nada quiere, aún mucho tiene, sabe, ansía y ama.
Me abandono a Dios por entero, si quisiera darme penas, le sonreiré tanto como por las alegrías.
Le importo tanto a Dios, como Él a mí, lo ayudo a guardar su esencia, como Él la mía.
¡Oíd el milagro! Cristo es el cordero y también el pastor, cuando Dios nace hombre en mi alma.
El plomo se vuelve oro, el azar caduca, cuando con Dios soy transmutado en Dios por Dios.
Tan pronto como puedo estar fundido por el fuego de Dios, tan pronto me imprime Dios su propia esencia.
Yo porto la imagen de Dios: si Él quiere contemplarse, esto puede acaecer sólo en mí, y en lo que se me asemeja.
Yo no soy fuera de Dios, ni Dios fuera de mí, yo soy su brillo y su luz, y Él es mi ornamento.
Si es que la criatura se ha derramado de Dios: ¿cómo la mantiene Él aún entonces, encerrada en su seno?
La rosa, que ve aquí tu ojo exterior, ha florecido así desde la eternidad en Dios.
Puesto que las criaturas perduran en la Palabra de Dios: ¿cómo pueden jamás perderse y perecer?
Desde su primer principio, y aún hasta hoy, nada busca la criatura, sino la paz de su Creador.
La tierna deidad es una Nada y Sobrenada: quien en todo no ve nada, –hombre creelo–, la ve.
Cuán bienaventurado es el hombre que no quiere ni sabe, que no da a Dios (compréndeme bien)
elogio ni alabanza.
La beatitud depende de tí, hombre. Tú mismo puedes tomar tu beatitud: si sólo a ello te dispones y decides.
Dios nada concede a nadie, Él se ofrece a todos, para ser, si tan sólo así lo quieres, completamente tuyo.
Cuanto abandonas en Dios, tanto puede Él llegar a ser para tí: ni más ni menos te aliviará Él de tus pesares.
Debo ser María, y alumbrar a Dios de mí, si Él me ha de conceder la beatitud eternamente.
Hombre, si aún eres algo, si algo sabes, algo amas y posees: no estás, creeme, libre de tu carga.
Dios es una pura nada, no lo toca ningún aquí ni ahora: cuanto más buscas asirlo, más Él se te sustrae.
La muerte es algo venturoso: cuanto más fuerte es, más majestuosa se escoge de ella la vida.
No creo en la muerte: si muero a cada hora, he encontrado cada vez una vida mejor.
Dios muere y vive en nosotros.Yo no muero ni vivo: Dios mismo muere en mí; y lo que yo debo vivir, lo vive también Él sin cesar.
Nada vive sin morir. Dios mismo, si quiere vivir para ti, debe morir: ¿cómo piensas, sin muerte, heredar su vida?
Cuando estás muerto, y Dios se ha hecho tu vida, sólo entonces entras en el orden de los altos dioses.
Digo, puesto que sólo la muerte me libera,que es ella la mejor cosa, entre todas las cosas.
Cuando tomas las cosas sin ninguna distinción, quedas calmo e igual, en el amor y en el dolor
Quien en el infierno no puede vivir sin infierno, no se ha entregado aún por completo al Altísimo.
Dios es algo milagroso: es lo que Él quiere, y quiere lo que Él es, sin ninguna meta ni medida.
Dios es infinitamente alto, (hombre, creelo con prontitud), Él mismo no encuentra eternamente el fin de su divinidad.
Dios se funda sin fundamento, y se mide sin medida. Si eres con Él un espíritu, hombre, lo comprenderás.
Amo una sola cosa, y no sé lo que es: y porque no lo sé, es que la he elegido.
Hombre, si amas algo, no amas por cierto nada: Dios no es esto o aquello, deja por eso el algo.
Quien nada ansía, nada tiene, nada sabe, nada ama, nada quiere, aún mucho tiene, sabe, ansía y ama.
Me abandono a Dios por entero, si quisiera darme penas, le sonreiré tanto como por las alegrías.
Le importo tanto a Dios, como Él a mí, lo ayudo a guardar su esencia, como Él la mía.
¡Oíd el milagro! Cristo es el cordero y también el pastor, cuando Dios nace hombre en mi alma.
El plomo se vuelve oro, el azar caduca, cuando con Dios soy transmutado en Dios por Dios.
Tan pronto como puedo estar fundido por el fuego de Dios, tan pronto me imprime Dios su propia esencia.
Yo porto la imagen de Dios: si Él quiere contemplarse, esto puede acaecer sólo en mí, y en lo que se me asemeja.
Yo no soy fuera de Dios, ni Dios fuera de mí, yo soy su brillo y su luz, y Él es mi ornamento.
Si es que la criatura se ha derramado de Dios: ¿cómo la mantiene Él aún entonces, encerrada en su seno?
La rosa, que ve aquí tu ojo exterior, ha florecido así desde la eternidad en Dios.
Puesto que las criaturas perduran en la Palabra de Dios: ¿cómo pueden jamás perderse y perecer?
Desde su primer principio, y aún hasta hoy, nada busca la criatura, sino la paz de su Creador.
La tierna deidad es una Nada y Sobrenada: quien en todo no ve nada, –hombre creelo–, la ve.
4/6/09
4 junio 2009
C.J. Beck
"Sólo existe una forma de escapar del círculo vicioso y vernos con claridad, y consiste en dar un paso para salir de la mente pequeña y dedicarnos a observarla. Aquello que observa no está pensando porque el observador puede observar el pensamiento. Debemos observar la mente y notar qué está haciendo. Hemos de notar de qué manera la mente produce esos enjambres de pensamiento egocéntrico... Cuanto más observemos nuestros pensamientos y acciones, más tenderá a desvanecerse nuestro rasgo principal (aquéllo que utilizamos para escaparnos de sentir directamente nuestro miedo, desamparo y confusión) Durante muchos años, la práctica se centra en fortalecer al observador. Al final, nos disponemos a hacer lo que toca hacer a continuación (sea lo que fuere), sin oponer resistencia, y el observador se desvanece. Ya no lo necesitamos, podemos ser la vida. Cuando el proceso finaliza, la persona se realiza plenamente y se convierte en un buda, aunque yo no he conocido todavía a nadie que haya acabado el proceo del que estoy hablando."
"Sólo existe una forma de escapar del círculo vicioso y vernos con claridad, y consiste en dar un paso para salir de la mente pequeña y dedicarnos a observarla. Aquello que observa no está pensando porque el observador puede observar el pensamiento. Debemos observar la mente y notar qué está haciendo. Hemos de notar de qué manera la mente produce esos enjambres de pensamiento egocéntrico... Cuanto más observemos nuestros pensamientos y acciones, más tenderá a desvanecerse nuestro rasgo principal (aquéllo que utilizamos para escaparnos de sentir directamente nuestro miedo, desamparo y confusión) Durante muchos años, la práctica se centra en fortalecer al observador. Al final, nos disponemos a hacer lo que toca hacer a continuación (sea lo que fuere), sin oponer resistencia, y el observador se desvanece. Ya no lo necesitamos, podemos ser la vida. Cuando el proceso finaliza, la persona se realiza plenamente y se convierte en un buda, aunque yo no he conocido todavía a nadie que haya acabado el proceo del que estoy hablando."
3/6/09
3 junio 2009
"Las enseñanzas zen no tienen nada de especial. Reflejan la vida tal como es.... Cuando a través del zen (o de cualquier otro camino espiritual) buscamos satisfacer nuestras fantasías, nos separamos de la tierra y del cielo, de nuestros seres queridos, de nuestros corazones y espaldas doloridos, de las plantas mismas de nuestros pies. Y si bien estas fantasías nos aislan por un tiempo, la realidad se entromete de diez mil maneras... y nuestra vida se convierte en una ansiosa carrera, una desesperación sosegada, un melodrama confuso. Distraídos y obsesionados, ansiosos por dar con algo especial, buscamos otro lugar y otro tiempo, no aquí, no ahora, no esto. Cualquier cosa menos esta vida común, este... nada especial.
Vivir según los preceptos del zen significa dar marcha atrás en nuestro vuelo desde la nada, abrirnos al vacío del aquí y el ahora. Lentamente, con mucho dolor, nos reconciliamos con la vida. El corazón desespera, la esperanza muere. Las cosas siempre son como son.... Al deshacernos de los sueños del ego, al renunciar a conseguir resultados, regresamos a la mente simple. En el jardín de la experiencia cotidiana es posible desenterrar tesoros inesperados. Ingenuos, viviendo a partir de lo que somos, dejamos atrás la vida egocéntrica para pasar a la vida centrada en la realidad... y nos sorprendemos. Abandonamos el pensamiento mágico, despertamos a la magia de este preciso momento y descubrimos en un vacío dinámico la gracia de nada especial."
Steve Smith
Vivir según los preceptos del zen significa dar marcha atrás en nuestro vuelo desde la nada, abrirnos al vacío del aquí y el ahora. Lentamente, con mucho dolor, nos reconciliamos con la vida. El corazón desespera, la esperanza muere. Las cosas siempre son como son.... Al deshacernos de los sueños del ego, al renunciar a conseguir resultados, regresamos a la mente simple. En el jardín de la experiencia cotidiana es posible desenterrar tesoros inesperados. Ingenuos, viviendo a partir de lo que somos, dejamos atrás la vida egocéntrica para pasar a la vida centrada en la realidad... y nos sorprendemos. Abandonamos el pensamiento mágico, despertamos a la magia de este preciso momento y descubrimos en un vacío dinámico la gracia de nada especial."
Steve Smith
1/6/09
1 junio 2009
Charlotte Joko Beck: "La vida tal como es. Enseñanzas zen"
Cap. "Las palabras que nadie quiere oir":
"Si somos sinceros, tenemos que admitir que lo que realmente queremos de la práctica -en especial al principio, pero en mayor o menor grado, siempre- es que nos proporcione mayor serenidad en la vida. Esperamos que... lo que nos molesta ahora deje de hacerlo para siempre. En realidad, existen dos puntos de vista desde los cuales podemos enfocar la práctica, que debemos explicar en detalle. El primero es lo que la mayoría de nosotros cree que la práctica es (lo admitamos o no), y el segundo, lo que la práctica es en realidad. Con el paso del tiempo, cambiamos de un punto de vista a otro, aunque jamás abandonamos por completo el primero. Todos nos encontramos en algún punto intermedio.
Si asumimos el primer punto de vista, nuestra actitud básica consiste en asumir esa exigente y difícil práctica porque esperamos conseguir ciertos beneficios personales a partir de ella... Después de algunos meses... posiblemente comencemos a sentirnos engañados si nuestra vida no ha mejorado... Esperamos no tener que experimentar esa horrible sensación de malestar y conseguir lo que queremos...
No tiene nada de malo desear estas cosas, pero si creemos que la práctica consiste en conseguirlas es que todavía no hemos comprendido de qué se trata. Todas las exigencias tienen que ver con lo que nosotros queremos: Iluminación, paz, serenidad, ayuda, control sobre las cosas, que todo sea maravilloso.
El segundo punto de vista es completamenta diferente: Cada vez deseamos crear más armonía y crecimiento para todos. Nos incluimos en ese crecimiento, pero no somos el centro del mismo sino parte del panorama general. A medida que este segundo punto de vista se arraiga con fuerza en nosotros, servir a los demás comienza a resultarnos gozoso y cada vez nos preocupa menos que interfiera con nuestra propia existencia...
Aprendemos a servir a todos, y no sólo a las personas que nos caen bien. Nos interesa cada vez más responsabilizarnos de la vida, y no nos preocupa demasiado si los demás se sienten responsables de nosotros... A pesar de que tal vez no lo prefiramos, cada vez nos mostramos más dispuestos a experimentar situaciones difíciles que nos inciten a aprender...
Al acercarnos al segundo punto de vista, probablemente mantengamos las preferencias que definieron al primero. Seguimos prefiriendo ser felices, estar a gusto, sentirnos tranquilos, conseguir lo que queremos, tener salud, controlar las cosas en cierta medida. La práctica no nos hace perder nuestras preferencias. Pero en cuanto alguna de ellas choca con lo más fructífero, estamos dispuestos a abandonarla. En otras palabras, el centro de nuestra vida se desplaza de nosotros mismos a la propia vida. La vida nos incluye a nosotros, por supuesto. No hemos sido eliminados de ese segundo punto de vista, pero ya no somos el centro.
La práctica tiene que ver con pasar del primer al segundo punto de vista. Sin embargo, existe una trampa: Si practicamos bien, es posible que muchas de las exigencias del primer punto de vista resulten satisfechas. Tal vez nos sintamos mejor... es posible incluso que nos percibamos más tranquilos... y como ya hemos dejado de castigar a nuestro cuerpo con tanta tensión, tendemos a gozar de una buena salud. Estos cambios pueden confirmar en nosotros la idea errónea de que el primer punto de vista es correcto... Pero, en realidad, los beneficios que recibimos son incidentales. El verdadero objetivo de la práctica es servir a la vida de la forma más completa y fructífera que podamos."
Cap. "Las palabras que nadie quiere oir":
"Si somos sinceros, tenemos que admitir que lo que realmente queremos de la práctica -en especial al principio, pero en mayor o menor grado, siempre- es que nos proporcione mayor serenidad en la vida. Esperamos que... lo que nos molesta ahora deje de hacerlo para siempre. En realidad, existen dos puntos de vista desde los cuales podemos enfocar la práctica, que debemos explicar en detalle. El primero es lo que la mayoría de nosotros cree que la práctica es (lo admitamos o no), y el segundo, lo que la práctica es en realidad. Con el paso del tiempo, cambiamos de un punto de vista a otro, aunque jamás abandonamos por completo el primero. Todos nos encontramos en algún punto intermedio.
Si asumimos el primer punto de vista, nuestra actitud básica consiste en asumir esa exigente y difícil práctica porque esperamos conseguir ciertos beneficios personales a partir de ella... Después de algunos meses... posiblemente comencemos a sentirnos engañados si nuestra vida no ha mejorado... Esperamos no tener que experimentar esa horrible sensación de malestar y conseguir lo que queremos...
No tiene nada de malo desear estas cosas, pero si creemos que la práctica consiste en conseguirlas es que todavía no hemos comprendido de qué se trata. Todas las exigencias tienen que ver con lo que nosotros queremos: Iluminación, paz, serenidad, ayuda, control sobre las cosas, que todo sea maravilloso.
El segundo punto de vista es completamenta diferente: Cada vez deseamos crear más armonía y crecimiento para todos. Nos incluimos en ese crecimiento, pero no somos el centro del mismo sino parte del panorama general. A medida que este segundo punto de vista se arraiga con fuerza en nosotros, servir a los demás comienza a resultarnos gozoso y cada vez nos preocupa menos que interfiera con nuestra propia existencia...
Aprendemos a servir a todos, y no sólo a las personas que nos caen bien. Nos interesa cada vez más responsabilizarnos de la vida, y no nos preocupa demasiado si los demás se sienten responsables de nosotros... A pesar de que tal vez no lo prefiramos, cada vez nos mostramos más dispuestos a experimentar situaciones difíciles que nos inciten a aprender...
Al acercarnos al segundo punto de vista, probablemente mantengamos las preferencias que definieron al primero. Seguimos prefiriendo ser felices, estar a gusto, sentirnos tranquilos, conseguir lo que queremos, tener salud, controlar las cosas en cierta medida. La práctica no nos hace perder nuestras preferencias. Pero en cuanto alguna de ellas choca con lo más fructífero, estamos dispuestos a abandonarla. En otras palabras, el centro de nuestra vida se desplaza de nosotros mismos a la propia vida. La vida nos incluye a nosotros, por supuesto. No hemos sido eliminados de ese segundo punto de vista, pero ya no somos el centro.
La práctica tiene que ver con pasar del primer al segundo punto de vista. Sin embargo, existe una trampa: Si practicamos bien, es posible que muchas de las exigencias del primer punto de vista resulten satisfechas. Tal vez nos sintamos mejor... es posible incluso que nos percibamos más tranquilos... y como ya hemos dejado de castigar a nuestro cuerpo con tanta tensión, tendemos a gozar de una buena salud. Estos cambios pueden confirmar en nosotros la idea errónea de que el primer punto de vista es correcto... Pero, en realidad, los beneficios que recibimos son incidentales. El verdadero objetivo de la práctica es servir a la vida de la forma más completa y fructífera que podamos."
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